Cuanta amargura necesitas vivir para que se convierta en diabetes.
Lo primero que se debe tener en cuenta es que hay varios tipos de diabetes y así mismo, son diversos los conflictos emocionales que se pueden presentar.
La diabetes es una afección crónica del organismo que se produce por la pérdida de la capacidad del páncreas de producir insulina. La insulina es importante, ya que es esencial para el transporte y la absorción de glucosa, que es lo que le da energía al cuerpo. Cuando la glucosa no es absorbida se produce hiperglucemia en sangre. Entre los diferentes tipos de diabetes encontramos el tipo I, el tipo II y la diabetes mellitus gestacional.
La insulina tiene la llave para abrir la célula, y cuando la célula se abre, entra la glucosa. El sentido biológico de la diabetes es evitar que el azúcar entre en las células, ya que la dulzura es considerada peligro.
La diabetes habla de una constelación de conflictos: conflicto de resistencia y conflicto de asco.
Cuando nos encontramos en una situación tensa o peligrosa, el cuerpo reacciona, se prepara para huir o luchar inminentemente y ante esto el azúcar permanece en la sangre para estar disponible de forma inmediata ante una posible necesidad de reaccionar.
Quien padece diabetes, puede sentir una necesidad imperiosa de sobrevivir, resistir, ya que se siente amenazado, vive constantemente en un estado de tensión, alerta, peligro y por esto el cuerpo siempre está listo para reaccionar con mayor fuerza y rapidez.
Aunque la huida o ataque no se produzca, el cuerpo, de manera inconsciente, sigue en estado de alerta, y el azúcar se mantiene en la sangre, sin ingresar a las células y al ser esto una situación constante, aparece la diabetes.
El amor y lo dulce están estrechamente relacionados. Digamos que en la infancia es cuando más se disfruta de los dulces, también es la infancia la etapa que más se necesita amor. Entonces, un adulto con carencias afectivas puede tener la tendencia a darse gusto con el dulce o con la comida en general.
Quien padece diabetes suele vivir tristezas seguidas, carencia de dulzura. La dulzura se fue y en su lugar dejo dolor, tristeza y amargura. Así que para compensar se va a ingerir el azúcar de todas las formas posibles, caramelos, pan, golosinas, pasta, etc.
Existe una gran necesidad de recibir amor y afecto, pero también existe una gran dificultad para recibirlo cuando está disponible. La vida pierde el gusto y cada vez se vuelve más difícil soltar y expresar amor a los demás y sobre todo a mí mismo. Esta persona también puede vivir frecuentemente largas esperas, que solo atraen irá, frustración frente a la vida y más amargura y repliegue hacia sí mismo.
La diabetes tipo I está ligada a un conflicto de ternura y dulzura en la vida. Y esto, aunque parezca contradictorio, también puede ser un peligro, ya que se puede percibir la dulzura o ternura como tóxica. En este caso la insulina no es enviada hacia la célula. Por ejemplo, cuando quien debería cuidar, abusa físicamente, emocionalmente o de cualquier otra forma, el amor se vuelve tóxico y peligroso. ¨ Me ama, pero me pega muy fuerte cuando se enoja ¨.
También cuando no hay dulzura y todo son órdenes y deber ser, cuando existe una persona castrante en el entorno, ya sea en la familia o una autoridad castrante a nivel laboral. La insulina representa también la autoridad a la que me resisto, autoridad puede ser, el padre, la policía, el jefe, el país, etc. Entonces, en la diabetes tipo II, la insulina está disponible, pero la célula impide su penetración.
Además, casi siempre la diabetes implica ¨ casa dividida por dos ¨, mi cuerpo es mi casa y mi país y mi tierra son una extensión de mi cuerpo. Entonces, cuando otras personas entran a mi casa y no me toleran o no los tolero, me aisló o me aíslan, aparece el conflicto de resistencia, resistir. Dentro del clan y de la sociedad también se dan relaciones frías y distantes que generan aislamiento.
Mantener ¨ dulzura ¨ en la sangre ayuda a suplir la falta de ella en la familia.
También puede haber miedo, a ser obligados a algo que no queremos hacer porque nos da miedo. O algún acontecimiento que se viva con resistencia, ya que lo quiero evitar, pero no puedo. Puede ser una separación, incluso un contacto forzado, por ejemplo, tengo que vivir con esta persona que no tolero, pero no puedo evitarlo. A la resistencia se le suma un sentimiento de disgusto y repugnancia.
El asco es una función que nos permite detectar un alimento dañado y huir de él para no ingerirlo. Cuando esto pasa la sangre se vacía de azúcar porque instintivamente se va de forma concentrada a los órganos para protegerlos endulzándolos y en estos casos lo que se produce es una baja de azúcar o hipoglucemia que suele aparecer cuando se vive una situación prolongada que produce mucho asco y repugnancia.
Cuando esto ocurre de manera prolongada en el tiempo, la persona siente la necesidad de consumir cada vez más y más azúcar, lo que a lo largo plazo eleva su nivel de azúcar y llega la hipoglucemia o diabetes.
Cuando se habla de diabetes gestacional, que usualmente se produce después de la segunda mitad del embarazo, se van a encontrar las mismas emociones de tristeza profunda, resistencia y repugnancia que con el embarazo se van a activar y a ampliar estos recuerdos que pude haber vivido en mi propia infancia.
Siempre existirá un conflicto emocional en el que me resisto a una situación negativa con mi bebe. Sumado a una repulsión de que exista algo negativo.
La diabetes gestacional en varias frases:
- Me resisto al peligro de muerte de mi bebe porque ya perdí uno,
- Me resisto al peligro de muerte de mi bebe porque me costó mucho embarazarme,
- Me resisto al peligro de muerte de mi bebe porque ya estoy mayor,
- Me resisto al peligro de muerte de mi bebe por miedo a que nazca con una enfermedad, ya que en la familia hay niños enfermos.
Después del embarazo, el regreso al estado normal revela que ha disminuido la importancia de esos recuerdos.
Para avanzar se necesita comenzar a ver el amor y la alegría que hay en todas las cosas.
Abro mi corazón para dejar entrar todo el amor que los demás tienen para mí y todo el amor que hay en las cosas y las personas que me rodean. También debo comenzar a aceptar lo que me sucede y decididamente comenzar a vivir la vida con alegría.
Y sobre todo, debo tomar las riendas de mi bienestar y encargarme de ser amable y amoroso con mi propio ser.